Desarrollo de sistemas alimentarios locales sostenibles en ciudades que pasan hambre.

La comida es un recurso necesario, como el agua o la energía, para el funcionamiento de cualquier tipo de civilización. El impacto que provoca el sistema alimentario en el calentamiento global es enorme: el proceso de producción, manufactura, transporte y almacenaje de alimentos representa actualmente el 29% de las emisiones globales de carbono. La mayoría de estas emisiones se originan durante la producción, en torno al 80%, pero el porcentaje de emisiones producidas por el transporte, el procesado, el almacenaje y el consumo está aumentando.

El cultivo y la civilización han estado siempre muy integrados. Incluso las palabras que describen estos dos procesos, cultura y cultivo, derivan de la misma palabra del latín.

El hombre y el maíz – todo se reduce a eso. Agricultura y civilización, campo y ciudad, infierno y paraíso: la comida siempre ha definido nuestras vidas y siempre lo hará. El legado que dejaremos a las generaciones futuras estará determinado por cómo comamos ahora – su futuro está en nuestros dedos, cuchillos y tenedores. – Carolyn Steel en Hungry City – How food shapes our lives

Aunque desde la revolución industrial se han implementado ampliamente los sistemas alimentarios disociados. La industrialización de la agricultura y la globalización no ha llevado a una clara separación entre campo y ciudad en lo que a producción alimentaria se refiere. Las áreas urbanas cada vez dependen más del interior más rural. El sistema alimentario global está desconectado de su contexto, lo que lleva a externalidades sociales, económicas y medioambientales para comunidades de todo el mundo porque “no se puede mantener un sistema lineal en un planeta finito de manera ilimitada“.

El aumento de las cosechas, los bajos precios de la comida así como una baja producción y los costes de las transacciones contribuyen a que aumente el interés por la agricultura tradicional y por un sistema global de alimentación. La producción y el consumo son independientes tanto espacialmente como culturalmente gracias a las técnicas de conservación y las infraestructuras de transporte en el mundo que resuelven los problemas de tiempo y espacio. Algunos efectos secundarios negativos de este tipo de sistemas están afectando a los costes sociales y medioambientales: contaminación por sobre-fertilización, la creación de cultivos resistentes a los pesticidas, la falta de implicación social y una importante dependencia de los mercados para la supervivencia son algunos de los ejemplos.

La globalización nos ha provocado una desconexión con el sistema alimentario de manera física, social y ética, y es por eso que la localización alimentaria – el concepto de un sistema alimentario dónde existe una proximidad entre productor y consumidor – se está viendo cada vez más como una alternativa sostenible a nuestros sistemas alimentarios actuales y una mejor opción para las personas y para el medio ambiente.

En defensa de un sistema alimentario local

Un sistema alimentario es la consecución de actividades y procesos relacionados con la producción, el procesado, el transporte, el almacenaje y el consumo de alimentos. Un sistema alimentario local se puede definir de muchas maneras. En primer lugar, se puede interpretar como un concepto geográfico que define la distancia entre productores y consumidores, aunque la distancia se pueda interpretar de manera totalmente diferente dependiendo de factores contextuales como la densidad de población o el clima. En los Estados Unidos, el alimento que se genera en un radio de 160 km se considera local, mientras que en el Reino Unido tiene que estar cultivado entre los 50 y los 80 km a la redonda desde dónde se encuentra el consumidor.

Algunos llaman a un alimento «local» cuando se genera dentro de las fronteras del país, otros defienden que un alimento local tiene que ser del mismo país o región que dónde se consume. Un alimento local también puede definirse por determinadas características que los consumidores asocian con el concepto. La gente elige los alimentos locales por su frescura, su sabor y por su conciencia medioambiental y los asocian con una determinada producción, procesaje y unos métodos de distribución como la disociación social, la ética del agricultor, las granjas orgánicas o las cadenas de suministro de corto alcance.

Millas que recorren los alimentos (Food miles)

Los términos «alimentos locales» o «food miles» son muy potentes en el discurso de la agricultura sostenible y los sistemas alimentarios alternativos. Hoy en día se tiende a ver la alimentación local como una manera de reducir las emisiones durante las «Food miles». Coley et.al. defiende que al debate sobre los beneficios medioambientales de los alimentos locales le falta una visión más global. El sistema alimentario no solo influye en el uso de combustible, sino que también contamina el agua, por ejemplo, y afecta a las economías rurales y a los elementos paisajísticos. Por lo tanto, el concepto de las «food miles» puede ser engañoso. Los estudios muestran que el medio de transporte es igual de importante que la distancia. Visto así, ¿puede ser que importar alimentos por barco emita menos carbono que coger el coche para recoger tu caja de verduras en una granja local?

Hacia un enfoque integral

El concepto de «Food miles» puede distraernos de los cambios realmente importantes a nivel social, económico y medioambiental que se necesitan para apoyar un desarrollo sostenible. Se necesita una perspectiva integral que vaya más allá de las emisiones causadas por el transporte para poder determinar cómo afectan los sistemas alimentarios locales a la sostenibilidad. Si queremos crear sistemas alimentarios sostenibles y disociados localmente, deberíamos mirar más allá de su impacto en el medio ambiente y visualizar los beneficios tanto para las personas como para las economías locales. Solo entonces los sistemas alimentarios locales serán un ejemplo de fuerte sostenibilidad.


Kato Allaert es una experta en urbanismo sostenible de Bélgica, vive y trabaja actualmente en Londres.

Traducción por Manuel Nañez Ordoñez. Imagen vía ggallice