El lenguaje urbano y la metamorfosis de una ciudad

Durante las últimas décadas, ciudades alrededor del mundo han estado intentando re-inventar la imagen que dan al exterior. En algunos casos, como el “I Amsterdam” (Yo Amsterdam), el nombre se vuelve parte de una frase popular que alcanza cada rincón del globo terráqueo e intenta modificar la imagen tradicional con la que comúnmente se asocia cierta ciudad. En el caso de Amsterdam, las autoridades lograron cambiar la imagen del Amsterdam “rojo” como paraíso de la lujuria al de una ciudad asociada con la alta cultura y de turismo del más alto nivel.

Así pues, las estrategias que se han venido empleando durante los últimos años van más allá de la práctica de “branding”. Algunas ciudades han logrado que el nombre, además de ser la asociación a cierto lugar, pase a ser una palabra que figura dentro del lenguaje cotidiano; donde su uso no sólo significa lugar, sino que también sentimiento, descripción, acción, otro elemento dentro de nuestro imaginario cotidiano.

Berlin: adj.

  1. Un espacio que teje elementos de alta cultura y de barrios en decadencia urbana.
  2. Un espacio que combina elementos opuestos.
  3. Sinonimo de “chido”, “guay”, “chévere”, “que tinca”, “de moda”.

Así pues, el nombre de una ciudad puede ser empleado de cualquier manera dentro de una oración para describir al sustantivo. Berlin es uno de los ejemplos cuyo uso en el lenguaje cotidiano ha resonado con frecuencia en los últimos años. Siendo una ciudad llena de contradicciones, cuyo desarrollo en los últimos años ha dado cabida a una de los destinos más atractivos tanto para jóvenes en la industria cultural como a profesionistas refinados, Berlin ha pasado a ser el adjetivo por excelencia para describir un espacio donde se llevan a cabo procesos de alta cultura, innovación y buenas practicas para el desarrollo urbano. Por lo tanto, cuando alguien menciona que cierto espacio es “muy Berlin” se refiere a los procesos y elementos que han hecho de Berlin la ciudad que es hoy día.

L.A.: adj.

  1. Glamorosa, opulenta.
  2. Sucia, peligrosa.
  3. Rara.

Como Berlin, Los Angeles es una ciudad plagada de contradicciones, pero a diferencia de Berlin, la ciudad californiana es una bestia cuyos opuestos tienden a tirar con más fuerzas hacia ambos extremos. Cuando uno hace referencia a L.A., normalmente lo hace para referirse a aquella urbe infinita, cuyo horizonte no es mas que la prolongación de los innumerables barrios que la conforman; si ponemos a Los Angeles en perspectiva, su mancha urbana equivaldría a la suma de Hong Kong, Singapore, Bahrain y Palestina. Así también, L.A. es el centro mundial del espectáculo, conllevando a que se asocia comúnmente con la opulencia y el frenesí. Estas dos fuerzas opositoras pero complementarias, hacen de Los Angeles, una ciudad que ha vivido en el imaginario de muchos como un lugar con un toque de rareza y disgusto, donde algunos viven en el derroche económico y otros viven el sueño celestial.

Bruselizar: v.

  1. Proceso urbano en donde no hay planeación a largo plazo.
  2. Acercamiento nulo en cuanto a planeación urbana.
  3. Arte de posicionar un edificio en un barrio donde claramente no tiene sentido.

Bruselizar es sinónimo de ausencia en planeación urbana, al menos cuando se compara con las ciudades europeas que la rodean. Careciendo políticas urbanas coherentes durante las últimas decadas, la ciudad ha dado cabida a una serie de extrañas configuraciones en donde rascacielos modernistas se codean con viejas iglesias. Sin embargo, se han visto mejoras a raíz de las regulaciones recientes en cuanto a la zonificación y uso de tierra, sin embargo, bruselizar sigue siendo sinónimo de urbanismo fantasma. Siendo la capital política de Europa, resulta ser algo irónico que esta ciudad haya hecho poco para mitigar los efectos de mala urbanización.

Vancouverizar: v.

  1. Proceso de densificación urbana que a su vez mitiga efectos de vivienda altamente densificada.
  2. Planeación urbana cuyo objetivo es integrar la urbe con su entorno natural.

Vancouverizar es sinónimo de densificar, urbanizar y mitigar los efectos de edificar rascacielos mediante la creación de áreas verdes. La estrategia que esta ciudad ha empleado demuestra que las políticas locales pueden dar cabida a dos elementos que normalmente no van de la mano: áreas verde y concreto. Ello a llevado a que la gente que vive en el centro de la ciudad tenga accesos a espacios verdes, a caminos peatonales y salida fácil al cinturón verde que rodea la ciudad.

Los ejemplos anteriores sirven para explicar como algunas ciudades han trascendido al lenguaje cotidiano y han dejado de ser meramente asociadas a un espacio altamente poblado. No son las únicas ciudades que comparten estos elementos, cada continente, región y país tienen sus urbes endémicas al lenguaje local y ello muestra la importancia que la identidad que surge de una urbe tiene en relación con el imaginario colectivo. Bruselas, aunque tiene una connotación negativa en el lenguaje urbano, influye día a día en cómo se mejora el entorno de esa ciudad y por lo tanto el lenguaje es clave para llevar a cabo buenas practicas de desarrollo urbano.


Imagenes: Eva the Weaver