Más allá del PIB: ¡A diagnosticar ciudades con enchufes!

Hace unos días This Big City acompañada por editores de Cities the Magazine, Global Urbanist y Urban Times, estuvo en una charla con Harry Veerhar,  jefe de Relaciones Públicas y Globales en Philips quien acababa de regresar del World Urban Forum en Napoles, Italia. Esta fue una ocasión única ya que Harry traía consigo tanto sus ponencias que presentó en el foro como lo que sus colegas del sector privado, público y terciario compartieron con él.

A pesar de que la temática podría haber sido dispersa durante la breve charla, logramos enfocarnos en una de las cuestiones que Harry está explorando de momento, la manera o maneras para diagnosticar ciudades fuera de la medida estándar que utilizan expertos, académicos y políticos: el PIB. Aunque Harry no descarta que el PIB es un indicador importante y relevante para evaluar el estado de nuestras urbes, discute que la medida es generalista, a veces ambigua y que en ciertas ocasiones ignora otras variantes que son de igual importancia.

Por ejemplo, una ciudad está compuesta no sólo de transacciones económicas, también la conforman flujos de personas, movimientos de transportes, iluminación, acceso a espacios públicos, etc. Cada una de ellas representa un indicador que refleja el nivel de calidad de vida y cómo se relaciona el ciudadano con su entorno. Así pues, si tomamos el indicador que Harry está explorando de momento, la luz y acceso a electricidad, podríamos ver que durante los últimos cien años el desarrollo y la calidad de vida dentro de las urbes se han ligado directamente con el nivel de electrificación.

Bien pues, si tomáramos ciudades como Londres, Ámsterdam o Chicago, podríamos hacer una relación directa entre el desarrollo y el iluminado, ya sea público o para uso domestico. Hace un siglo, estas ciudades carecían de un nivel adecuado en cuanto a accesos a electricidad e iluminación, aun así mientras más se desarrollaba dicha infraestructura más incrementaba la calidad de vida. Como resultado, hoy día dichas ciudades cuentan con los índices más altos en cuanto a desarrollo económico y social.

Es así que este indicador ha servido para que compañías y autoridades locales diseñen soluciones que vayan más de la mano con las necesidades de sus ciudadanos. Sin embargo y aunque dicha metodología representa un parte aguas en cuanto a la manera de estudiar y proponer soluciones, algunos han mostrado cierto grado de escepticismo a tales ideas.

De entrada queda claro que hay cierto nivel de interés por parte de tanto los sectores públicos y privados. Si estos indicadores demuestran una oportunidad en el mercado entonces ¿el proveer de infraestructura es para el bien de las comunidades o sólo para hacer negocio? Y siendo cual sea el caso, ¿qué partes de las ciudades se están estudiando? ¿de nivel alto, medio o bajo? En pocas palabras, el debate se torna a una cuestión de niveles de accesos para las poblaciones en distintos niveles socio-económicos.

En segundo nivel nos enfrentamos a la naturaleza de las metodologías. Si bien los estudios han generado resultados positivos en ciudades occidentales, queda a verse cómo se comportan las ciudades de países en vías de desarrollo y aun más interesante las ciudades de países sub-desarrollados. Así también, si tomamos la electricidad como indicador, ¿cómo medirán dichos niveles en ciudades donde el sector informal conforma un gran porcentaje de la población urbana y donde mucho del uso eléctrico no entra dentro de las cifras oficiales?

No obstante, la idea es interesante y una que sin duda marcará pauta alrededor del mundo. Diagnosticar ciudades fuera de la cifra tradicional, no sólo rompe barreras, sino que alcanza y descubre rincones que igual durante los últimos cincuenta años han pasado desapercibidas tanto en ciudades occidentales como en las que están en vías de desarrollo. Igualmente, nos hace pensar en que así como podemos medir ciudades a partir de un indicador tan simple como es el acceso a luz eléctrica, también lo podemos hacer mediante innumerable numero de vertientes: espacios públicos, áreas verdes, cruces peatonales, niveles de sonido, etc.

Todos los indicadores tienen sus limitaciones, pero nos ayudan a entender mejor lo que pasa dentro de las ciudades y pasan a ser estudios que suenan más amenos que aquella cifra rara y a veces misteriosa a la que llamamos Producto Interno Bruto o mejor conocida como el PIB.


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