La biblioteca social que cambió una calle de Berlín (y una comunidad)

Llevamos viendo iniciativas urbanas y artísticas en nuestras ciudades durante décadas. A veces, se perciben como simples actos vandálicos o anecdóticos con interpretaciones que van desde la apreciación hasta la alteración del espacio público por parte de los artistas (anónimos).

El primer grafiti, entendido como un dibujo o palabra rayada o trazada sobre una superficie en un espacio público, data del Antiguo Egipto, la Antigua Grecia y el Imperio Romano. Durante el último siglo, después de la Primera Guerra Mundial, las vanguardias continuaron esas iniciativas artísticas y, al final de la Segunda Guerra Mundial, el grafiti se convirtió en una de las técnicas creativas más extendidas y populares, principalemente en las ciudades occidentales.

Durante las dos últimas décadas, el grafiti se ha mezclado con otras técnicas interactivas en el espacio urbano. Iniciativas ascendentes donde la participación urbana, el colectivismo y la implicación de los vecinos eran la clave del éxito.

Han empezado a aparecer nuevos métodos en la esfera pública, como el bombardeo de ovillos o la guerrilla del ganchillo (que consiste en decorar o transformar los espacios urbanos con crochet tejido a mano), arte basura (crear arte inspirador de basura abandonada) e instalaciones eléctricas (introducir tecnología en partes lejanas de la ciudad, como túneles, donde las luces se activan con el movimiento).

Estas prácticas creativas y artísticas maduraron en las ciudades occidentales que experimentaron un crecimiento de la población durante las épocas posindustrial y posmoderna. Las políticas coactivas, la cultura de masas, los conflictos sociales, la convivencia en ciudades grandes, la privatización de espacios públicos y la vigilancia constante en nuestras ciudades son algunas de las motivaciones que conducen a los individuos y grupos sociales a piratear lo que debería ser común, tomando el control de lo social en vez de observar lo que está pasando en nuestras ciudades.

Como expresó Franciso de Pájaro en una entrevista publicada en Junk Culture:

La basura es el único sitio legal en el que puedes hacer arte en la calle. Pusieron una ley en 2006 en Barcelona que ilegalizó pintar en las calles. De repente se eliminó toda la libertad, los mejores artistas de Barcelona se fueron. No podía pintar en el suelo, en las paredes, en ningún sitio, necesitaba expresarme, pero ¿dónde? Empecé a pintar en basura, en una silla, en un colchón, poco a poco hice pequeños descubrimientos.

Como él, muchos artistas y prácticas ven la ciudad como un sitio común donde compartir sus pensamientos y expresarse, no solo introduciendo una etiqueta o mensaje en las calles sino alfabetización, vegetación y el arte de compartir, intentando embellecer el espacio utilizando menos tácticas perturbadoras y cuidando las intervenciones humanas.

Este es el caso del Bosque de libros de Berlín desarrollado y realizado por BauFachFrau en el que participan carpinteros, ebanistas, diseñadores de medios y vendedores de libros. Conciben la calle como una biblioteca social, donde se asienta un quiosco de intercambio de libros entre la vegetación en una calle con árboles en el vecindario de Prenzlauer Berg.

El quiosco está formado por varios troncos cortados a diferentes alturas y encajados para imitar un grupo de árboles en un “bosque callejero”. Cada tronco tiene varias estanterías rectangulares esculpidas de las que cuelgan tapas de plástico para proteger los libros del tiempo lluviso.

Los transeúntes pueden coger cualquier libro de las estanterías abriendo las tapas de plástico. También pueden añadir sus propios libros.

Esta iniciativa se estableció en 2006 con la idea de permanecer hasta junio de 2008. Al satisfacer una necesidad del vecindario, el Bosque Urbano de Berlín permanece intacto hoy día y ofrece un servicio cultural apreciado por la comunidad local.

Las intervenciones artísticas como esta invitan a los ciudadanos a participar, construyendo vecindarios prósperos que son cívicos, activos, están concienciados y son responsables con el medio ambiente.

Estas iniciativas investigan y actúan para proponer nuevas metodologías que faciliten la participación de las personas en la construcción de las ciudades. La participación ciudadana no debe ser una opción o moda urbana, debe ser una herramienta fundamental para cualquier intervención en el espacio público.


Tere García Alcaraz es una arquitecta y promotora profesional de Barcelona que ha investigado y tiene experiencia trabajando en Ecuador, Venezuela, España y Reino Unido. Vive en Londres.

Fotos facilitadas por el autor.

Deja una respuesta