Se estima que un 40% de la comida que se produce en el mundo se desecha por razones tan extrañas como no cumplir las normas estéticas de tamaño, forma y color. Según estimaciones de la Comisión Europea, este año se malgastarán más de 100 millones de toneladas de comida solo en la Unión Europea y se espera que esta cifra aumente hasta los 126 millones de toneladas en 2020. A pesar de todos los problemas que tienen que resolver nuestras ciudades, aún vemos a los trabajadores de supermercados tirar cantidades enormes de comida perfectamente comestible.
La mayoría de las empresas prefieren que su comida se pudra antes que darla a la gente necesitada. Varias familias podrían alimentarse con solo dos personas recolectando comida de los contenedores de basura todos los días. Como resultado, los practicantes de friganismo, un nuevo estilo de vida anticonsumista que utiliza estrategias alternativas para vivir, se están organizando y comparten redes para sus descubrimientos, lo que podemos llamar grupos colaborativos impulsados por el consumo. Esto es exactamente lo que ha estado haciendo la asociación alemana Lebensmittelretter desde 2012. Esta asociación, especializada en el reparto de comida, tuvo la innovadora idea de colocar docenas de frigoríficos de punta a cabo de Berlín para luchar contra el hambre y el desperdicio. Fue fundada por Raphael Fellmer, un joven emprendedor alemán, conocido por su visión anticonsumista.
Actualmente, Lebensmittelretter tiene más de 7.500 asociados y cerca de 1.700 voluntarios que se dedican a visitar tiendas en la ciudad, en busca de comida que, por una razón u otra, no se puede comercializar. Su actividad colaborativa se organiza a través de una plataforma llamada Foodsharing, construida para facilitar el reparto de comida que no se vende ni se consume entre los individuos, supermercados, etc… y luchar contra el desperdicio de comida. La información sobre los productos comestibles y los puntos de recogida está disponible online. En su página web manifiestan: «Las personas comparten comida. El dinero no está involucrado porque el hecho de compartir también tiene una dimensión ética. Queremos restaurar el valor de la comida porque no es solo mercancía».
Antes de la creación de esta plataforma virtual, estos gestos de intercambio solían ocurrir entre individuos en espacios privados como casas u oficinas. Sin embargo, en los últimos tiempos, Lebensmittelretter se ha unido a una red de frigoríficos y estanterías urbanos colocadas en diferentes partes de la ciudad de Berlín. Se estima que hay unos 100 puntos de reparto de comida en Alemania organizados a través de la plataforma Foodsharing y la mitad de estos puntos tienen frigoríficos. Se han puesto 20 frigoríficos oficiales en Berlín, la mayoría colocados en la calle y dentro de los negocios que apoyan la causa. Este inspirador proyecto de los frigoríficos ha llegado tan lejos porque también incluye supermercados y restaurantes, algunos de ellos han aceptado que algunos voluntarios de la asociación puedan recoger regularmente productos que no han vendido ni están caducados.
La cadena de supermercados Bio Company, comprometida con el comercio de productos orgánicos, también se ha involucrado en el proyecto, sus sucursales en Berlin, Postdam y Hamburgo están comprometidas a donar sus excedentes de comida. Bio Company justifica su participación por motivos de problemas de concienciación y compromiso social. Su director cree que esta iniciativa no solo combate el desperdicio de comida sino que también podría proporcionar ganancias económicas a la empresa pues reduce tanto los costes de almacenamiento de los desperdicios de comida como la mano de obra necesaria para transportar estos bienes excedentes.
Los transeúntes también pueden dejar y coger comida de estos frigoríficos y estanterías urbanas siempre que quieran. Es un nuevo sistema de mercado que crea un efecto de sorpresa ya que nadie sabe que se va a encontrar en ellos. Una ciudad como Berlín nunca ignoraría esta idea urbana pues su población normalmente da la bienvenida a las iniciativas experimentales asociadas con la concienciación urbana, el desperdicio de comida, la integración y la responsabilidad ciudadana. El futuro de otras ciudades también depende de encontrar nuevas maneras de repartir los excedentes.