¿Qué serán de las Olimpiadas en Rio?

El brillo Olímpico aporta significativos avances para las ciudades anfitrionas, expectativas de beneficios económicas basadas en teorías de inversión relacionadas con el marketing urbano. Tales teorías ayudan a los gobiernos a justificar las masivas cantidades de dinero público que se invierten en reconstruir zonas y en actualizar infraestructuras urbanas que de otro modo podrían haber tardado muchos años en llevarse a cabo, o no haberse realizado en absoluto. El legado a transmitir es una parte clave del difícil proceso de selección para convertirse en sede olímpica; se presta especial atención a cómo una ciudad aprovecha el desarrollo desencadenado por los Juegos Olímpicos para impulsar los derechos humanos y la educación. La falta de un legado positivo a menudo puede ser un factor decisivo para una ciudad competidora.

Después de tres intentos fallidos para alojar los Juegos Olímpicos, Rio de Janeiro tuvo que plantear ambiciosos compromisos sociales y de mejora urbana para ganar la candidatura olímpica de 2016 y preparar la ciudad para acoger los Juegos de verano. Se espera una inversión del gobierno de la ciudad por valor de trece mil millones de dólares en todo, desde planes de embellecimiento a mejoras en las infraestructuras que faciliten el desarrollo y el transporte entre las sedes Olímpicas. Los planes incluyen mejoras en el transporte público, ampliación del número de carreteras, túneles y carriles-bici, implantación de infraestructuras y tecnologías de última generación, mejoras en las redes del gas, agua, saneamiento, electricidad y telecomunicaciones; la construcción de 5 millones de metros cuadrados de oficinas y comercios de primera clase y la re-urbanización de áreas infrautilizadas como Porto Maravilha (el antiguo puerto) con parques “Olímpicos” y arquitectura icónica como el Museo del Mañana de Santiago Calatrava. Rio ha estado ocupada también con sus problemas de seguridad, embarcada, con frenesí justiciero, en campañas de pacificación en sus famosos asentamientos informales. A las redadas contra las bandas y los capos de la droga que controlan las favelas, ha seguido una contundente presencia policial para desalentar la reaparición de nuevos traficantes.

Entre todos estos enormes esfuerzos, los planes de Rio todavía adolecen de la falta de elementos cruciales que incrementen la igualdad social y económica y de avances en cuestiones de derechos humanos. Por ejemplo, los planes de transporte no están favoreciendo necesariamente el acceso a las áreas que lo necesitan, sino que se han centrado en el desplazamiento de la multitud Olímpica entre las sedes olvidándose de las necesidades de desplazamiento de los residentes entre sus lugares de trabajo y los espacios de actividades cotidianas.

Una cuestión sobre la que he reflexionado este pasado mes de marzo mientras visitaba Rio es la de si existe un gran apoyo para los Juegos Olímpicos de 2016 y sus correspondientes planes de desarrollo. La respuesta es “depende”. Mientras que esta pregunta genera una constante discusión, el proceso y los métodos de planificación de la re-urbanización de Rio de Janeiro está fuera de todo debate. Se han producido muchas críticas por supuestas faltas de transparencia y de consideración frente a los abundantes problemas de igualdad urbana de la ciudad, como las elevadas tasas de desigualdad de renta o el déficit de vivienda que afecta desproporcionadamente a los habitantes con menos recursos. Estos problemas empujan a muchos a vivir en asentamientos informales, hasta el punto que las favelas ocupan el 3.5% del suelo urbano de Rio y alojan al 20% de la población de la ciudad. Por otro lado, los partidarios señalan que esta es una oportunidad para Rio de recuperar el prestigio como centro de negocios que perdió cuando el gobierno nacional traslado la capitalidad del país a Brasilia en 1960.

Aunque se han hecho muchos planes para cumplir los compromisos Olímpicos contraídos, el progreso real sigue siendo mínimo. Por otra parte, mientras que la urgencia para la finalización de los proyectos crece, algunas de las actuaciones aún no han dado comienzo. Local e internacionalmente, mucha gente ha empezado a preguntarse si Rio estará lista en 4 años para albergar a los varios miles de visitantes que se espera vengan a disfrutar de los Juegos. En el lado positivo está  que todavía hay tiempo para realizar los cambios que permitan a los proyectos aportar beneficios a mas gente, además de a los promotores inmobiliarios y turísticos.

Así que ¿Conseguirá Rio hacerlo bien? ¿Conseguirá la ciudad legar una herencia positiva duradera toda vez que la ceremonia de inauguración haya terminado y  los atletas y turistas hayan vuelto a casa? Hay una clara necesidad de mayor transparencia y de mayor concienciación social en la planificación que ayude a incorporar a los desfavorecidos y a los habitantes de rentas más bajas. Un acercamiento de este tipo permitiría que los beneficios esperado entorno al desarrollo económico puedan ser compartidos de manera más equitativa, lo que conllevaría menos marginalización. La clave para que esto ocurra está en la provisión de vivienda asequible, puestos de trabajo, y acceso a ellos para los residentes de bajos ingresos.


Traducción por Raúl Vilar.