Como niño creciendo en los EEUA, me enseñaron en la escuela que nuestro país era un gran país porque fue fundado por un grupo de personas que creían en las virtudes de la democracia; que nuestro gobierno era y continua operando sobre el principio democrático de igual representación en políticas gubernamentales. Aunque el gobierno es incapaz de actuar en concordancia con lo deseos de cada ciudadano, es diseñado para llevar a cabo la voluntad de la mayoría.
Tonto de mí. Dentro de poco encontraría suficiente evidencia anécdota para hacer estas aserciones aparecer ridículamente ingenuas. Pero recientemente un nuevo estudio de los profesores Martin Gilens y Bejamin J. Page (cubierto ampliamente en los medios de comunicación el mes pasado) habrá tal vez proporcionado el ultimo clavo para la tumba de lo que todavía restaba del idealismo que yo y otros Americanos continuábamos teniendo. Gilens y Page analizaron casi 2,000 resultados de políticas publicas en el gobierno federal de los EEUA, buscando maneras como esas decisiones eran vistas por ciudadanos de diferentes niveles de ingresos. Tras detallar su metodología, concluyeron lo siguiente:
“En los Estados Unidos, nuestros resultados indican que la mayoría no gobierna – por lo menos no en el sentido causal de realmente definir resultados de políticas publicas. Cuando una mayoría de los ciudadanos no está de acuerdo con elites económicas y/o con intereses organizados, generalmente pierden. Además, por la fuerte parcialidad por el status quo en el sistema político de les EEUA, mismo cuando grandes mayorías de Americanos quieren un cambio en políticas publicas, generalmente no lo reciben.”
Si hay esperanza para la democracia en los EEUA, definitivamente no se encuentra en Washington DC. Pero nostr@s, la gente, tal vez nos sorprenderemos en encontrar que aún hay algo de democracia en un lugar en que muchos no esperamos encontrarla: el city hall.
A pesar de las graves implicaciones del estudio de Gilens y Page sobre políticas al nivel nacional, las primeras paginas del estudio sugieren que gobiernos de ciudades pueden escapar al mismo destino Categorizan sistemas de elaboración de políticas en cuatro grupos básicos: democracia electoral mayoritaria, dominación de una elite económica, pluralismo mayoritario y pluralismo parcial. De estos cuatro, pluralismo es el mas claramente orientado hacia políticas (no políticos) que coinciden con la voluntad popular – aunque esto sucede por medio de ‘grupos de intereses’. Gilens y Page se refieren a ‘Who Rules?’ (‘Quién Gobierna?’), el conocido libro de Robert Dahl sobre gobiernos locales en el New Haven de los 1960s.
En realidad, esta referencia tiene implicaciones algo mixtas, como el libro por Dahl concluyó algo pesimista que ciudades estaban condenadas a quedar dominadas por un pequeño circulo interno de intereses corporativos. Sin embargo, varios artículos recientes indican que, al mismo tiempo que el gobierno nacional se cierra a la participación publica, la influencia del activismo ‘grass-roots’ está ganado fuerza en gobiernos de ciudades.
En Abril, Harold Meyerson del American Prospect publicó un largo artículo detallando los triunfos de varios grupos activistas con gobiernos locales en los EEUA. Meyerson es una figura interesante; no está muy interesado en temas ‘convencionales’ de planificación urbana como infraestructura y espacio publico, pero en el pasado ha investigado bastante sobre gobiernos urbanos han trabajado para alcanzar retos mas comúnmente asociados con el área del gobierno federal. Concluye que, mientras varios de los planes del presidente Barack Obama han sido bloqueados al nivel nacional, han sido completados dentro del gobierno de varias grandes ciudades del país.
Pero el poder democrático de ciudades no siempre funciona a favor de los ideales progresivos advocados por Meyerson. En Febrero, Don Terry de Next City publicó un reportaje sobre activismo de ‘grass-roots’ en Baldwin Country, Alabama, por miembros del partido conservativo Tea Party y sus simpatizantes en 2012. Activistas trabajaron para exitosamente derrotar un trivial plan regional, creyendo que era parte de una conspiración siniestra inventada por las Naciones Unidas bajo Agenda 21; como respuesta, la junta de planificación del la región entera renunció como protesto. Las extrañas implicaciones postmodernas del uso del gobierno local para socavar justo la racionalidad para la existencia de este gobierno local probablemente no se les ocurrieron a los activistas, muchos de los cuales consideran lo postmoderno como sacrilegio contra los muy promocionados valores Judeo-Cristianos del los EEUA. Aún así esto es más prueba de que ciudadanos organizados pueden hacer una diferencia real – por lo mas asnal que sea – al nivel local.
Mientras algunos conservadores se aprovechan de su potencial poder en gobiernos locales mas abiertos, otros lamentan que las ciudades no son dominadas por los mismos old boy’s clubs que mantienen la corte en Washington. Joel Kotkin, perenne oponente de cualquier plan urbano que no incluya cuantidades masivas de dispersión urbana, critica la falta de poder concentrado en Los Ángeles. De acuerdo con un informe del USC Annenberg school, Kotkin ve “la disminución de la élite de negocios como factor central en el decaimiento de la ciudad.”
Pero solo hay una ciudad que le daría a Kotkin razón para tener esperanza, y a los demás razón para quedar extremamente preocupados con la misma influencia élite que se encuentra en Washington DC entrando en las políticas locales: Detroit. Con la quiebra de la ciudad en 2013, la New York Times publicó un editorial que advirtió de la creciente influencia de Wall Street financieros en Detroit, y posiblemente en otras ciudades también:
Oficiales municipales son presa para Wall Street. La ley de reforma financiera Dodd-Frank exigió que reguladores crearan una ‘protección reforzada’ para municipalidades y otros clientes y sus relaciones con Wall Street, pero la Comisión de Seguridad y Intercambio aún no ha completado las reglas, mientras las reglas de la Comisión del Futuro de Productos Comerciales son tan débiles que prácticamente invitan a los bancos a explotar municipalidades.
La excesiva influencia económica de élites económicas también se sintió en otra ciudad quebrada: Stockton, California. Allí, un grupo de corredores de Wall Street vendieron a funcionarios de la ciudad para un plan para la construcción de un nuevo estadio deportivo, centro cívico, y una marina usando bonos municipales (para una explicación completa del plan, vea este documentario del Center for Investigative Reporting). Este plan tubo efecto en 2004; mas tarde la ciudad fue golpeada por la falla económica de estadio y la crisis económica de 2008. Pero una investigación reveló que el acuerdo de bonos no era nada equitativo. Expertos la llamaron “el mayor fraude de bonos municipales en la história de los EEUA”, y comerciantes principales del acuerdo terminaron con penas de prisión. El peligro para gobiernos local está claro: élites nacionales pueden usarlos potencialmente como chivos expiatorios para sus esquemas, estafando a ciudadanos como a políticos locales, y, claro, destruyendo la participación democrática en el proceso.
Afortunadamente, casos como Stockton y Detroit aún parecen ser la excepción, no la regla; participación democrática en la mayoría de las ciudades es relativamente efectiva cuando comparada con el nivel nacional. Pero lamentablemente los ciudadanos de los EEUA parecen pensar lo opuesto. Aunque parece haber pocas investigaciones del tipo de la de Gilens y Page examinando resultados de políticas con niveles de ingresos específicamente al nivel local, una busca en Google’s N-Gram (imagen abajo) revela que termos relacionados con corrupción en gobiernos locales aparecen con mas frecuencia en libros de los EEUA que termos relatados con corrupción al nivel federal. Aunque no es un indicador perfecto, da razón para sospechar que el publico en general lo tiene mal entendido cual tipo de gobierno es un mejor lugar para la participación democrática.
Uno puede pensar que el epicentro de este cinismo cívico deben ser ciudades como Detroit y Stockton. Pero sorprendentemente, Stockton ha producido una de las voces mas visibles y llemas de esperanza para gobiernos locales: Michael Tubbs, un joven hombre del congreso de la ciudad. En un artículo del Daily Beast:
No tengo ilusiones que el gobierno y la oficina elegida son una panacea para todos los males de la sociedad. Estoy íntimamente consciente de los desafíos y límites de la oficina local y entiendo que no puedo solucionar cada problema con que se enfrenta mi ciudad desde el alcance de mi consejo urbano. Aún así…. El gobierno local y el proceso político son lugares maduros y listos para que la generación del milenio se impongan como partes interesadas.
Bien dicho. Es fácil pasar por alto a gobiernos locales; no tienen el poder de estrella que comandan figuras del nivel nacional, es fácil frustrarse con el proceso de democracia local, y la posibilidad de corrupción es real. Pero como estudios continúan probando que influenciar al gobierno federal es prácticamente imposible para el ciudadano de promedio, ciudades pueden ser la ultima esperanza para la democracia de, por y para la gente.