El movimiento verde raya la cúspide del éxito. Si bien queda mucho por hacer para fomentar la cooperación y la inversión para hacer frente a la espiral de emisiones de carbono y el fantasma del cambio climático, la proliferación de las consideraciones medioambientales en todos los aspectos de la vida cotidiana es casi completa. Mientras que la mayoría de las personas en nuestra sociedad dudaría en calificarse a sí mismos de ecologistas, hay una creciente apreciación por la belleza de la naturaleza y un deseo de armonía en nuestro diseño urbano. Sobre todo, hay un deseo básico de vivir en un lugar seguro, feliz y saludable – ahora y en el futuro. Esto es más que evidente en el diseño de los espacios públicos y se está convirtiendo en algo mucho más inclusivo y dirigido por la comunidad, lo que supone un gran beneficio tanto para el planeta como para la población.
Como la gente se vuelve gradualmente más comprometida en el movimiento para una vida sostenible, es lógico pensar que primero se convertirá su entorno inmediato. Fuera de casa, el debate se centra en el diseño y la distribución de los espacios comunes, y es aquí donde la filosofía del planeamiento puede ofrecer información valiosa. El Planeamiento, en pocas palabras, es el diseño de los espacios públicos teniendo en cuenta las necesidades, deseos, intereses e inspiraciones de la comunidad local. Con frecuencia, este proceso de colaboración se encuentra en lo que podríamos considerar como una zona tradicional al aire libre, un parque o un paseo marítimo. Sin embargo también estamos empezando a ver diseños sostenibles en lugares no convencionales. Los candidatos ideales para este nuevo proceso incluyen, por ejemplo, el diseño y señalización para edificios de servicios públicos tales como comisarías, hospitales y museos.
Ya hay varios ejemplos fantásticos de planeamiento con éxito. De hecho, la implementación de ideas colectivas es tan generalizado que es difícil escoger algunos casos. La vanguardia del diseño urbano ya no es donde diseñamos espacios teniendo en cuenta los deseos de los ciudadanos, sino donde incorporamos el pensamiento verde y la tecnología a esos espacios. Esta idea es apoyada por Kaid Benfield del Natural Resources Defense Council, que ha publicado un mensaje esclarecedor sobre la infraestructura verde y cómo ésta puede ser utilizada para tratar el exceso de agua de lluvia.
Algunos diseñadores urbanos van más allá, alentando activamente a miembros de la comunidad a participar en debates ambientales. Un proceso de diseño que merece ser comentado es el que precede a la labor de desarrollo en Hove Park. Este proyecto de planeamiento ha consistido en la instalación de equipamientos deportivos gratuitos, previa consulta con los escolares locales. A los que quieran participar en los juegos gratuitos, se le pedirá que consideren la historia del espacio y su valor para la población. Esta participación activa por parte de la comunidad en general, que normalmente no pueden asistir a las reuniones de planificación, tiene el efecto de aumentar la legitimidad y la arquitectura física de los proyectos de sostenibilidad. Entonces, ¿cómo puede este proceso de diseño ambiental seguir creciendo y mejorar nuestros espacios públicos?
En primer lugar, debemos promover la expansión de la tecnología de bajo impacto. A medida que nuestro conocimiento aumenta, también lo hace la utilidad y la relación coste-efectividad. El uso generalizado de la tecnología sostenible no sólo tendría un efecto real en nuestro medio ambiente, sino que también podrían legitimar objetivos verdes en la mente del público.
En segundo lugar, hay que fomentar el desarrollo del planeamiento como una filosofía de diseño fundamental. Si vamos a crear espacios verdaderamente sostenibles a escala nacional o mundial, es esencial que continuemos escuchando a las comunidades que viven esos espacios. Sólo con un consenso genuino podemos acelerar nuestro avance hacia una sociedad verde.